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El diccionario de la Real Academia Española define el término caricatura como: "un dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien. Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto". Sin embargo, esta definición no se ajusta al alcance y delimitación del concepto al considerarlo únicamente como "deformación ridícula".
Desde el punto de vista de comunicación, en donde existe un emisor, un medio de transmisión y un receptor, debe profundizarse mucho más en la definición del término caricatura. Partiendo del emisor, los objetivos suelen ser variados y por ende no se enfocan solamente a la ridiculización. Por ejemplo, hay caricaturistas cuya intención es la de sensibilizar sobre determinados temas; transmitir ideologías; propuestas; coadyuvar a la interpretación de hechos políticos, económicos, sociales o culturales; proveer un momento de humor; recordar sucesos del pasado; criticar; combatir el poder establecido; manifestar preocupaciones; retratar realidades, cualidades, pensamiento popular; moralizar; mostrar tradiciones y costumbres; o, promover cambios. La caricatura es una forma de opinar, de afirmar "pienso, luego dibujo". En todo caso su función fundamental es la de ilustrar.
Cada trazo en una hoja de papel, transmite una infinidad de significados que dejan lugar al receptor para egual número de interpretaciones, mismas que pasan por el campo de los sentimientos e identidad propia del individuo. Una idea gráfica motiva el pensamiento, da pautas, mas no provee de productos elaborados como suele hacerlo la escritura, los medios radiofónicos o televisivos. El receptor tiene más libertad para sus elaboraciones intelectuales y afectivas sobre aquello que ve.
Cada dibujo, encierra una gran cantidad de información sobre acontecimientos triviales o importantes, permite comprender la forma de sentir o pensar del caricaturista, sin descuidar el hecho de que aquel se explica por las cualidades del entorno en el que se ha formado. Además de estar en contacto con el caricaturista, estamos en contacto con la sociedad a la que éste representa, con la cosmovisión, cultura y costumbres de realidades distintas a la nuestra.
Además del objetivo propuesto por el autor, debe considerarse la forma de alcanzarlo, misma que puede ir desde el humor, la sátira, la exageración, la agresión, la fantasía, la degradación, la representación de estereotipos, la simbolización o la ridiculización, entre otras. De ahí que algunos autores categoricen la caricatura de acuerdo a su finalidad y según el medio técnico empleado.
Michael Foucault en su obra "Esto no es una Pipa" y en la cual analiza una obra de arte de Magritte, alude a "la doble grafía en perpetuo antagonismo entre palabra e imagen" y dice: " la forma visible es surcada por la escritura, labrada por las palabras que la trabajan desde el interior, y, conjurando la presencia inmóvil, ambigua, sin nombre, hacen brotar la red de significaciones que la bautizan, la determinan, la fijan en el universo de los discursos".
No cabe duda, al analizar la psicología y espiritualidad humana, de que que Foucault tiene razón cuando afirma que la imagen está por encima de la horizontalidad de las palabras.